El póquer y las finanzas complejas son tal para cual
Los economistas y los participantes de Wall Street se avergüenzan ante la mínima insinuación de que comprar acciones y bonos se asemeja a jugar al póquer. Niegan especialmente todo indicio de similitud entre los instrumentos derivados y otros productos complejos utilizados como cobertura de riesgo, y los juegos de azar. En realidad, las transacciones bursátiles y los juegos de azar requieren de destrezas similares, y muchos expertos en finanzas son fanáticos del póquer. En un conocido ejemplo de los años ochenta, algunos operadores empedernidos de Wall Street solían persuadir a los empleados con sueldos más bajos a jugar partidos manipulados de "póquer del mentiroso”, que en realidad no era póquer, pero de todos modos demostraba la afinidad de los operadores por el juego. Una de las similitudes entre el póquer y las finanzas es que en ambos casos no se juega porque la actividad es intrínsecamente fascinante, sino porque lo que está en juego significa algo para los jugadores, lo que no quiere decir que el póquer o el mercado sean un refugio para apostadores imprudentes. El mejor juego se da cuando la apuesta es significativa, pero no tan grande como para hacer perder el juicio al jugador.
“Los juegos de azar son la esencia de las ideas e instituciones económicas, por más incómoda que les resulte esta idea a las personas que están en la industria de las finanzas.”
Los jugadores de póquer pueden describirse como “selectivos” o “blandos” y como “agresivos” o “pasivos.” Los jugadores selectivos apuestan muy poco, mientras que los jugadores blandos apuestan mucho. Los jugadores agresivos generalmente suben la apuesta y salen de la mano; mientras que los jugadores pasivos suelen igualar la apuesta. Los jugadores selectivos tienden a ser agresivos, mientras que los jugadores blandos generalmente son pasivos. Los buenos jugadores pueden ser selectivos o blandos, pero es imposible ganar siendo pasivo. Ser agresivo no necesariamente significa hacer grandes apuestas; significa sacar ventaja de todas las estrategias disponibles. Una de esas estrategias es variar el juego; fingir que está en una buena posición por momentos y en una mala posición por otros; intentar llevarse grandes pozos en algunos casos e ir tras pozos más pequeños en otras situaciones. También existe una subcategoría de jugadores a los que se denomina “arriesgados”; son jugadores exitosos y adinerados a quienes les encanta apostar muy fuerte y suelen perder más que ganar.
Su estrategia en evidencia
El engaño es una de las tácticas clave del póquer; pero es tan sutil y específica que a veces se malentiende. Por ejemplo, cuando el villano secuestra al periodista que está persiguiendo una causa, el periodista le dice que el editor ya recibió su informe. El villano responde, “Estás tratando de engañarme.” Pero el periodista en realidad está mintiendo deliberadamente, lo que difiere de la táctica del engaño. Asimismo, cuando capturan al villano, éste dice que matará al periodista. Eso no es una simulación, es una amenaza. En el póquer, la simulación tiene muchos más matices. La simulación del póquer por excelencia consiste en que el jugador le haga creer a los demás que tiene una buena mano cuando en realidad no es así. Al aplicar la estrategia de la simulación el jugador hace creer que va a perder, pero en realidad está tendiendo una trampa a sus contrincantes para el resto del partido. Para que la simulación funcione se requiere que ambas partes asuman un riesgo a cambio de la probabilidad de obtener la recompensa. La próxima vez que tenga una buena mano, es posible que sus rivales igualen la apuesta, porque saben que usted ya los ha engañado antes. La estrategia del engaño va en contra de todos sus instintos, por ello es tan difícil de perfeccionar y es tan convincente como estrategia competitiva. Teniendo eso presente, a continuación se presentan cuatro estrategias para controlar el riesgo, ya sea en los naipes, en el mercado o en cualquier otro ámbito:
- “Haga su tarea”: no asuma riesgos mucho mayores que la recompensa. Estime su riesgo usando la información incompleta que tenga a disposición y busque formas menos riesgosas de lograr el mismo objetivo.
- “Dé un golpe ganador”: una vez que haya estimado el riesgo, actúe rápidamente y sin vacilar.
- “Tome la difícil decisión de salir de la mano”: tanto los jugadores de póquer como los operadores bursátiles suelen caer en la trampa de no darse por vencidos después de haber apostado mucho. Si hace una apuesta grande y luego se da cuenta en las manos siguientes de que las probabilidades de ganar no están de su lado, es mejor perder la apuesta inicial que adoptar la postura testaruda de seguir en el juego.
- “El plan B es usted”: las grandes pérdidas en la mesa de póquer o en los mercados no son el fin del mundo. Sus activos más importantes no son sus acciones líderes ni su dinero, sino su talento y personalidad innatos.
No niegue la existencia del riesgo
Los expertos en finanzas odian admitirlo, pero invertir es una forma de juego. Todo producto financiero tiene un riesgo asociado; ese riesgo está presente, aunque los vendedores de esos productos no siempre lo explican en detalle a los compradores. Éstas son algunas de las cosas que las empresas financieras con las que opera no le dirán:
- Los productos financieros tienen riesgos agregados: Al igual que los productores de alimentos agregan ingredientes artificiales a sus productos; los productores de inversiones les agregan riesgo. Debe comprender estos aditivos. En el nivel más elemental, los vendedores agregan riesgo a los productos financieros para impedir que los inversionistas los acumulen.
- La mejor forma de generar capital es a través del juego: Las loterías son un ejemplo extremo de esta realidad, pero las personas que se enriquecen lo logran asumiendo un riesgo. Invierten en negocios inciertos y en momentos inciertos.
- Los operadores bursátiles son necesarios para la formación de capital: Según una teoría, los operadores bursátiles no son más que empleados que procesan órdenes. En realidad, con un buen operador bursátil puede incrementar su patrimonio con poca infraestructura.
- Las actividades de cobertura y los juegos de azar son similares: Las actividades de cobertura se ofrecen como instrumento para compensar el riesgo. De hecho, raramente dan resultado y generan un riesgo tan alto que han desencadenado muchos fracasos financieros. Esto se debe a que con mucha frecuencia las actividades de cobertura se analizan incorrectamente. Lo que parece ser una técnica para mitigar el riesgo, en realidad, lo incrementa.
- Las personas no siempre derrochan las ganancias obtenidas en juegos de azar: Y tampoco invierten sistemáticamente los beneficios del seguro. De hecho, las personas gastan ambos tipos de ganancias eventuales de un modo bastante similar.
- Negociar acciones se asemeja mucho a los juegos de azar: Según la opinión generalmente aceptada, invertir no equivale a apostar; es una forma de facilitar el comercio y proporcionar el capital necesario. En realidad, los inversionistas conservan muchas acciones por poco tiempo y luego las venden, sin considerar los problemas de financiamiento de la empresa subyacente. A los accionistas no les preocupa el rol que cumplen en la economía capitalista.
- El mercado bursátil no sigue a la economía tan de cerca: Según Wall Street, los mercados en alza y en baja siguen períodos de expansión y contracción económica. En realidad, muchas de las caídas más grandes del mercado que se produjeron en un día prácticamente no tuvieron que ver con ningún tipo de debilidad importante de la economía.
- Las opciones y otros instrumentos financieros derivados son una forma de juego de azar: Los corredores de bolsa venden estos misteriosos instrumentos para controlar el riesgo; pero en realidad son tan sólo una forma encubierta de vender riesgo. Al igual que los corredores de apuestas, a los corredores de opciones no les importa si usted gana o pierde, mientras se queden con el diferencial.
El juego como actividad económica
Para los economistas el juego es un ejercicio sin sentido. Grandes sumas reales de dinero pasan de manos, pero el dinero se intercambia por algo mucho más irreal que un producto o un servicio útil. No obstante, un análisis más profundo de la historia del póquer demuestra que el juego ha cumplido un rol extravagante, aunque importante. Por ejemplo, durante la fiebre del oro de Yukón el póquer era el pasatiempo preferido del invierno. El oro les servía como apuesta y los mejores jugadores podían ganar oro suficiente como para mantenerse por el resto de sus vidas. Los ganadores regresaban a la civilización, cargados de oro, y dejaban que los perdedores volvieran a trabajar en la mina. Así pues, el póquer concentraba la riqueza en unas pocas manos y achicaba el rebaño, pues los ganadores se alejaban y quienes perdían tenían más trabajo por delante.
“En economía, los juegos de azar parecen tener poco sentido. El dinero pasa de manos, sin que medie ninguna actividad productiva.”
Con las mejoras del sistema bancario del siglo XX, el póquer perdió importancia como institución financiera informal, aunque conservó su rol significativo como herramienta para generar redes de contactos y como fuente de capital de riesgo. Algunos de los hombres más ricos y más poderosos del mundo fueron ávidos jugadores de póquer. John F. Kennedy, Richard Nixon, Bill Gates y George W. Bush solían jugar al póquer cuando eran estudiantes universitarios de la Liga Ivy. El atractivo del juego es bastante simple: genera entusiasmo y riesgo, sin representar un peligro físico inminente. Además, el juego es prometedor de riqueza, un boleto de partida de la vida mundana de la clase media hacia algo mucho más glamoroso.
“Los juegos de azar le provocan el entusiasmo de tener que asumir un riesgo, sin que tenga que hacer nada realmente útil como rescatar a un niño de un incendio.”
El póquer se vio marginado por el surgimiento de más instituciones financieras formales y el advenimiento de de mercados de futuros, aunque los jugadores de naipes llevaron a los incipientes mercados de opciones a otros niveles. Los mercados de opciones empezaron a operar en 1973, pero los operadores bursátiles no entendían la matemática de las opciones y los matemáticos no entendían las transacciones bursátiles. Por ello, cuando los campeones de bridge, Mike Becker y Ron Rubin, comenzaron a comprar y vender opciones en los años setenta, dominaron la actividad. Sabían cómo evaluar el riesgo y medir a sus contrincantes. Lograban calcular las probabilidades mentalmente mucho más rápido que otros operadores bursátiles. A principios de los años noventa, las computadoras reemplazaron a los aficionados al juego, pero tal como demuestra esta breve historia de los mercados de opciones, es tan sólo un pequeño salto de la mesa de póquer al piso de operaciones de la bolsa.
La teoría del juego y sus falencias
El éxito de los jugadores en el campo de las opciones dio lugar a la creación de la teoría del juego; una filosofía basada en la existencia de un ganador y de un perdedor que se ha propagado en el póquer y en los mercados. Los jugadores de póquer poco sofisticados aplican una estrategia de la teoría del juego que consiste en ganar cada centavo, pasando por alto el hecho de que raramente se vuelve a invitar a un gran ganador a un partido privado, mientras que sí se vuelve a invitar a ganadores discretos. El póquer y las finanzas malinterpretan la teoría del juego. A continuación se detallan algunas malas interpretaciones habituales:
- “Centrarse en los naipes y no en la estrategia”: La teoría del juego hace hincapié en ganar una mano. Los buenos jugadores saben que es más importante tenderle una trampa a otros jugadores como parte de una estrategia más importante.
- “Preocuparse por las cosas que no puede cambiar en lugar de hacerlo por aquellas que sí puede cambiar”: Usted no puede cambiar las cartas de su contrincante, pero puede influir sobre la forma en que las juega. Por ejemplo, puede llevar a un jugador muy blando a jugar de un modo más selectivo y a un jugador muy selectivo a jugar de un modo más blando, imitando esa estrategia.
- “Facilitar las cosas a los demás jugadores”: Usted puede multiplicar sus probabilidades de ganar simplemente cometiendo menos errores que sus rivales. Reduzca sus errores u obligue a sus rivales a cometerlos, desestabilizando sutilmente el juego de los demás.
- “Jugar una mano en lugar de jugar un partido”: El análisis de la teoría del juego se centra extremadamente en tomar una decisión en una mano, en lugar de centrarse en el flujo general del partido. Para ganar en el póquer es necesario calcular probabilidades difíciles y en frío, pero también dominar ciertas habilidades sociales. Si logra que a los demás les resulte agradable perder contra usted, tendrá clientes recurrentes. Si hace que esa experiencia sea desagradable, no va a ganarle a la misma persona dos veces.
- “Ignorar todo lo que sucede más allá de la mesa”: El clásico ejemplo de este error se dio en los años cincuenta, cuando Doyle Brunson, Sailor Roberts y Amarillo Slim recorrieron Texas para vaciar los bolsillos de los lugareños en partidos privados. Ganaban con frecuencia, aunque casi con la misma frecuencia les robaban o eran arrestados por el jefe de policía y los despojaban de sus ganancias. En términos estrictos de póquer, el trío generaba ganancias. No obstante, desde una perspectiva más general, el viaje fue un fracaso.