La ciencia espiritual

Libro La ciencia espiritual

Qué hacen en realidad los economistas y por qué es importante

Princeton UP,
También disponible en: Inglés


Reseña

Recuerde las clases de economía a las que asistió en la universidad. Probablemente usted todavía pueda definir algunos conceptos como elasticidad de precios, costo de oportunidad y rendimientos decrecientes; pero, como la mayoría de las personas ocupadas, probablemente no esté al tanto de las últimas investigaciones sobre las causas del crecimiento económico o la pobreza, los indicadores de medición de la política económica, la economía de la información y el uso del modelo evolucionista. No se preocupe. En este placentero vuelo panorámico, la economista Diane Coyle le muestra el territorio económico recientemente descubierto que quizás usted se haya perdido. BooksInShort considera que usted disfrutará de este libro sensato, preciso, apolítico, bastante bien organizado y mucho más redituable que una clase de economía.

Ideas fundamentales

  • La economía ha cambiado radicalmente en las últimas dos décadas.
  • Hoy día, está más centrada en la investigación empírica.
  • El Producto Bruto Interno continúa siendo el mejor indicador disponible del bienestar de un país.
  • No es necesario que la economía sea realista en el plano psicológico.
  • La innovación y el capital humano provocan el crecimiento económico.
  • Europa occidental estuvo estancada hasta principios del siglo XIX y luego despegó.
  • Los biólogos y los economistas utilizan las mismas técnicas de modelación.
  • Las instituciones sociales son una parte importante de cualquier economía.
  • Muchos errores en el mercado se producen por falta de información.
  • No existe un método de ataque infalible contra la pobreza global.
 

Resumen

Espiritual sí, sombría no

Cuenta una antigua broma que un economista académico desestima despreciativamente las pruebas que respaldan una política propuesta. “Quizás funcione en la práctica,” dice con desdén, “pero nunca funcionará en la teoría.” Para los críticos, este chiste sintetiza los puntos flojos de la economía. La obsesión con una matemática superflua e incomprensible, la falta de poder predictivo, la concepción ridículamente reduccionista de la psicología humana, la ignorancia respecto de cómo las instituciones sociales influyen en la configuración de la sociedad y la separación, si acaso el divorcio, de la realidad de los negocios. Este antagonismo no es nuevo. Thomas Carlyle en su famosa frase llamó a la economía “la ciencia sombría” a mediados de 1800, y los 150 años transcurridos desde entonces apenas han podido mejorar la deslucida imagen de esta ciencia.

“Voy a convencerlos de que la economía ha venido teniendo injustamente una mala prensa.”

Sin embargo, hoy en día la economía dista de ser sombría y refleja apenas la antigua caricatura que dibujaron sus detractores. Para los principiantes, los economistas del siglo XXI cuentan como nunca antes con más y mejores datos disponibles sobre “el mundo real.” Y lo que es más importante aún, el poder de la informática moderna les permite a los economistas analizar cantidades enormes de datos de forma rápida y exacta. La economía matemática también ha hecho su avance. Las nuevas técnicas extraídas de la teoría del juego y de los modelos dinámicos no lineales, entre otros campos, son poderosas y tienen enorme influencia, y el campo de la econometría (economía estadística) ha tenido una evolución explosiva.

“La economía está ingresando en una nueva era de oro, y este libro trata sobre las fronteras de la investigación económica y el descubrimiento empírico en los últimos 15 o 20 años. Sin embargo, estos logros no son conocidos.”

Considere los avances hechos en los últimos 20 años en ocho de las preguntas económicas más grandes:

1. ¿Cuándo fue que Occidente dejó atrás al resto?

Todo buen relato debe tener momentos cruciales, acontecimientos luego de los cuales la vida del protagonista se modifique de forma irreversible. Los historiadores y científicos sociales, incluso muchos cuentistas virtuosos, a menudo explican la dominación económica de Occidente en términos dramáticos, e identifican al Renacimiento como un punto crucial clave. Después de todo, en esa época apareció la Biblia de Gutenberg y Colón navegó por el mundo.

“La adquisición de pruebas históricas es fundamental para la ciencia económica, de la misma forma que lo es para otras ciencias mayoritariamente no experimentales, como la geología o la ecología.”

Recientemente los historiadores de la economía se abocaron a la meticulosa tarea de recabar y analizar datos sobre el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) a lo largo de los siglos, y han presentado un panorama bastante diferente. Estos datos dan cuenta de que en el pasado, cerca del año 1000 D.C., Occidente y el Resto del mundo atravesaban un período de relativo estancamiento. Luego Occidente, específicamente Europa occidental, comenzó a tratar de salir de la miseria. Con paso lento pero firme, el ingreso per cápita fue creciendo en Europa entre 1000 D.C. y alrededor de 1800 D.C. No obstante, este crecimiento resultó insignificante comparado con lo que vendría después. Si bien no hay acuerdo sobre la fecha exacta, lo cierto es que alrededor de 1820, Occidente se separó del resto del mundo y nunca más renunció a su liderazgo. ¿Por qué? La clave no estaba en la cultura o la política, sino en la innovación tecnológica, la urbanización, la especialización y el comercio.

2. ¿Por qué crecen las economías?

La matemática es abstracta por naturaleza. Sin embargo, en ocasiones va mucho más allá. Tomemos por ejemplo la función productiva de la economía neoclásica alrededor de 1950: ésta medía el insumo y el producto económico sin preocuparse demasiado por cómo estas dos cantidades se relacionaban realmente. Según este modelo, el crecimiento económico era el resultado de mayor fuerza de trabajo y capital, al menos hasta un cierto punto. Luego intervenían los rendimientos decrecientes que limitaban la tasa de crecimiento.

“Sería difícil negar, aún para el economista neoclásico ortodoxo más inflexible, que la estructura de la competencia evolucionista ofrece una explicación mucho más rica y realista de la innovación.”

Pero estos rendimientos decrecientes no aparecían en las economías ricas del mundo, a pesar de las predicciones de los modelos. Las economías ricas continuaban creciendo. Recién en la década de 1980 los economistas comenzaron a profundizar en las razones de ello. Hallaron dos factores que impulsaban el crecimiento: la innovación tecnológica y la inversión en capital humano. En lugar de terminar provocando rendimientos decrecientes, la educación y la innovación producen “excedentes” y “rendimientos crecientes.” Cuanto más educadas son las personas en una economía, más valiosa se vuelve la educación. La tecnología también genera rendimientos crecientes, en parte porque las ideas y el conocimiento “no compiten entre sí,” es decir que más de una persona puede usarlas al mismo tiempo. Si bien el tamaño, la geografía y la historia también influyen en el crecimiento, el conocimiento es crucial para la riqueza de las naciones.

3. ¿Es posible erradicar la pobreza?

En el año 1981, 40 de cada 100 seres humanos vivían con menos de $1 al día, en términos de paridad del poder adquisitivo. Veinte años después, esta cifra se redujo a la mitad, y hoy la proporción es de 20 cada 100. Aun así, casi una cuarta parte de la población mundial queda fuera ganando apenas para subsistir, mientras que los habitantes del mundo enriquecido gastan $4 en un café. Peor aún, durante el mismo período aumentó el número de africanos en la región subsahariana en condiciones de extrema pobreza. Y a pesar de ello, nadie ha sido capaz de encontrar una receta sencilla para erradicar la pobreza; porque contribuir dinero no resuelve el problema. A todas luces, estos países necesitan instituciones estables, pero cada uno probablemente requiera de un conjunto de políticas específicas.

4. ¿Cuál es la meta de la política económica?

Jeremy Bentham fue un innovador. Su innovación más perdurable fue introducir la idea de “utilidad” como medida de la felicidad humana. Las personas y las políticas, dijo Bentham, deberían maximizar esta extraña cantidad. ¿Pero cómo pueden los encargados de fijar las políticas medir la utilidad subjetiva de manera útil?

“Los elementos clave de la metodología económica, que son los mismos que en la época clásica, son el estatus de la elección racional y el uso del equilibrio como concepto de modelación.”

Los economistas de la vieja escuela prefieren usar al PBI como representación. Cuanto más alto el PBI per cápita de una nación, dicen los economistas, mayor es el bienestar y, esperan ellos, la felicidad del país. Hace poco hicieron su arribo otras medidas de la felicidad: la Felicidad Nacional Bruta, el Índice de Bienestar Económico Sostenible y el Índice de Progreso Genuino, entre otras. Estos son criterios útiles; pero el PBI continúa siendo una buena – quizás la mejor- medida del bienestar humano ya que, por lo general, se corresponde con las cifras de felicidad que indica la propia gente. Sin embargo, el PBI no mide las mejoras en productos. Por ejemplo, compare una PC de 1985 con una iMac. Es muy probable que el PBI subestime el bienestar humano.

5. ¿Deberían ser psicológicamente realistas las teorías económicas?

Los hombres pueden ser de Marte y las mujeres de Venus, pero los economistas parecen ser de Vulcano. ¿De qué otra manera explicar la presunción de que la gente normal se comporta como el impasible Sr. Spock de la película Star Treck, evaluando tranquilamente las diferentes alternativas sin que interfiera la emoción y luego maximizando racionalmente la utilidad de las opciones a la luz de los datos a su disposición?

“La razón por la que los mercados de la información hacen buenas predicciones es porque crean incentivos para que las personas revelen fehacientemente lo que saben y luego suman esta información.”

Desde luego, cualquiera que haya tratado con seres humanos sabe que las personas distan mucho de tener ese comportamiento. Los psicólogos y neurocientíficos han ratificado ahora al sentido común. Los seres humanos toman diferentes decisiones dependiendo de cómo se les describen sus opciones, les cuesta muchísimo ahorrar para los períodos de escasez, tienen preferencias variables y son en exceso confiables universalmente. ¿Cómo puede la ciencia de Spock ser una ciencia de seres humanos?

“El conocimiento psicológico y conductista aún permanece prácticamente ausente en los libros de textos económicos, pero está influyendo en la aplicación de las políticas.”

Bueno, dicen los economistas, los hallazgos recientes en psicología y neurociencia son profundos e interesantes. Pero salvo algunas pocas áreas como las finanzas son irrelevantes para la economía. Por lo general, la última ciencia del cerebro ni explica ni predice el comportamiento económico mucho mejor que los modelos económicos tradicionales. Por ejemplo, los experimentos con personas muestran que los precios altos reducen la demanda, tal como postula la ortodoxia económica. Los experimentos también dan cuenta de que los precios de subastas convergen rápidamente en el precio anticipado por los modelos de equilibrio neoclásico “no realistas.”¿Psicológicamente realista? No. ¿Útil? Sí.

6. ¿Cuál es el papel de la información en la economía?

Es famoso que Ptolomeo pensaba que la Tierra era el centro del sistema solar. Durante casi 1.400 años su visión prevaleció pese a no estar respaldada por pruebas astronómicas. Esto se parece en cierta medida a la presunción de larga data de los economistas sobre la “información perfecta.” Este elemento de la teoría neoclásica afirma que las personas siempre conocen todos los aspectos relevantes para tomar sus decisiones económicas. En la década de 1980, el desencuentro entre la teoría y la evidencia fue contundente. Comenzaba una nueva era de “información asimétrica.”

“Evaluamos nuestra felicidad en función de nuestras expectativas, y nuestras expectativas cambian dependiendo de lo que vemos consumir a otros.”

La información es asimétrica cuando una persona sabe más que otra. A menudo la asimetría lleva a errores de mercado. Las personas que poseen un seguro por lo general saben más sobre su salud que sus aseguradores, y se sienten atraídas a ocultar información sobre su salud a los aseguradores. ¿Por qué? Para pagar tarifas más bajas. Del mismo modo, los asegurados pueden aumentar su comportamiento de riesgo después de contratar la póliza, pero seguramente no van a ir a contarle al asegurador que su riesgo se incrementó (“¡Me compré una motocicleta!”). Ocurren otras fallas de información en los mercados de servicios, productos usados y en muchas relaciones de mandante-mandatario en donde el mandatario sabe mucho más que el mandante. Busque información asimétrica y la encontrará casi en todos lados. Paradójicamente, algunas de las soluciones más ingeniosas para los errores de mercado que se originan en la información involucran a los “mercados de información,” tales como Tradesports.com y el Mercado de Electrónica de Iowa.

7. ¿La Teoría Evolucionista se puede aplicar a la economía?

“Aquí está,” escribió Charles Darwin sobre el libro que inspiró sus revolucionarias ideas, “Finalmente encontré una teoría en la cual trabajar.” La teoría era la selección natural, desde luego, ¿pero cuál era el libro? Ensayo sobre el Principio de la Población, de Thomas Malthus. Al parecer, el obstinado economista inspiró al biólogo, pero como a cada uno le llega su turno, fue tan sólo cuestión de tiempo hasta que los economistas aplicaran los principios darwinianos a la economía. Karl Marx, Thorstein Veblen, Joseph Schumpeter y Friedrich Hayek quedaron deslumbrados con el orden espontáneo natural que surge en la economía, ya que parece casi biológico. Al fin y al cabo, la naturaleza no está planificada, sin embargo son pocos los que no se maravillan con su sorprendente organización, desde el ectoplasma más pequeño hasta el ecosistema global.

“Existen rendimientos decrecientes para el capital y la fuerza de trabajo, pero no para el conocimiento colectivo.”

Estas ideas se marchitaron después de la Segunda Guerra Mundial, pero recientemente ha florecido una forma híbrida de pensamiento evolucionista. No es que los mecanismos evolucionistas de la biología (variación, selección, imitación) se apliquen directamente a una economía. En realidad, la matemática de los juegos y de la “complejidad” se aplica tanto a la biología como a la economía. Los economistas y los biólogos están usando el mismo conjunto de herramientas lógicas, y los resultados son cautivantes.

8. ¿Qué papel desempeñan las instituciones sociales en una economía?

“Existen individuos hombres y mujeres, y existen familias,” dijo Margaret Thatcher en 1987, pero “no existe lo que llaman sociedad.” La Sra. Thatcher se hizo eco del sentimiento predominante de las economías neoclásicas en los años 1960 y 1970. Los individuos tomaban decisiones y las decisiones sociales eran la sumatoria de las elecciones individuales. Las preferencias se satisfacían mediante transacciones entre partes independientes en los mercados. La cultura y las normas, como así también las organizaciones cívicas, comerciales y religiosas, quedaron excluidas. Eran tan sólo un ruido molesto dentro de la maquinaria del mercado.

“La economía es una ciencia... porque trata de modelar el comportamiento humano en enunciados generales (o ecuaciones) con relativamente pocas variables, y busca confrontar los modelos cara a cara con la evidencia empírica.”

Los economistas continúan siendo más reacios que otros científicos sociales a atribuirle una cuota de responsabilidad a las instituciones. Los sociólogos y los antropólogos culturales, por ejemplo, a menudo son criticados por afirmar que las instituciones son responsables prácticamente de todo en una sociedad (“¡Es el sistema!”). En lugar de declarar que no existe lo que llaman sociedad, estos pensadores afirman que en realidad no existe el individuo como tal. Eso es ir demasiado lejos. La realidad es que las redes sociales (los grupos de ex alumnos, los clubes rotarios), las normas sociales (la percepción del delito y la corrupción), el “capital social” (la confianza en el prójimo y en las instituciones cívicas) y la cultura en general (el respeto por el otro, la fatalidad, la concordancia) influyen. John Donne tenía razón cuando afirmó: “Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo.”

Sobre la autora

Diane Coyle es escritora y economista y desarrolla su labor en Londres.