El artista del cambio

Libro El artista del cambio

Un cuento de altas especulaciones y el primer colapso bancario en Norteamerica

Penguin,
También disponible en: Inglés


Reseña

Andrew Dexter Jr. es el villano de la historiadora Jane Kamensky en su libro sobre la primera caída bancaria en Norteamérica, que ocurrió a principios de 1800. Dexter usó billetes bancarios sin valor para financiar la construcción del edificio Exchange Coffee House de Boston. En el proceso, arruinó financieramente a cientos de trabajadores que laboraban en el proyecto. Cuando se dieron cuenta de que los billetes eran falsos, Dexter se había ido hacía mucho tiempo. Kamensky nos relata hábilmente su historia con un nivel de detalle fascinante y hechos poco conocidos. Con una escritura brillante traza el surgimiento del “capitalismo especulativo”. Nos ofrece la amarga saga de un hombre con poca consciencia y grandes sueños que nunca se hicieron realidad. BooksInShort encuentra que su libro describe de manera convincente la temprana historia financiera de Norteamérica – y tal vez una faceta de su emergente personalidad fiscal – a través del relato de su charlatán.

Ideas fundamentales

  • Andrew Dexter Jr. era un “hombre de papel” por excelencia – un emprendedor, especulador y tomador de riesgos.
  • Fue tan emprendedor y tomó tantos riesgos como los respetados fundadores de Norteamérica, George Washington, Thomas Jefferson y Benjamin Franklin. La diferencia es que él fue un criminal.
  • Dexter creía profundamente en el sueño americano. Lo buscó, pero nunca lo alcanzó.
  • De su tío, Samuel Dexter, Secretario del Tesoro de Estados Unidos, aprendió sobre las empresas y a tener una visión audaz.
  • Andrew Dexter construyó el Exchange Coffee House de Boston, una metáfora de ladrillo y mortero para los Estados Unidos como la tierra de las oportunidades.
  • Un incendio destruyó el edificio en 1818, poniendo fin a un empeño desafortunado, no rentable e ilegalmente financiado.
  • Dexter pagó por la construcción del magnífico edificio con dinero falso.
  • Las autoridades gubernamentales se impusieron a su esquema y cerraron el banco de Rhode Island, el cual emitió una gran cantidad de billetes bancarios sin fondos. Fue la primera clausura bancaria en Norteamérica.
  • Dexter huyó de Boston deshonrado hacia Nueva Escocia y después a Alabama.
  • En 1837, murió solo, un hombre amargado, descompuesto y muy pobre.
 

Resumen

El sueño del especulador

En Boston, a principios del siglo XIX, el edificio Exchange Coffee House era la metáfora perfecta para la naciente República Norteamericana y su “evangelio de ascensión” y oportunidad abierta. Andrew Dexter Jr., quien conceptualizó, creó y algunos dirán, hizo aparecer el edificio como por arte de magia, era un especulador muy audaz, igual que George Washington, Benjamin Franklin y muchos otros fundadores de los Estados Unidos; sólo que, a diferencia de ellos, Dexter era un artista de la estafa. En la Norteamérica de Dexter, un mito popular decía que uno podía convertirse en lo que quisiera. Nacido poco después de la Revolución, compró esta noble visión de todo corazón. Dicha visión fue realidad para muchos y casi se vuelve realidad para el osado Dexter, soñador y embustero. Durante un tiempo, obtuvo riqueza e importancia y prominencia mediante escrupulosas artimañas, sin embargo murió completamente pobre. Su anécdota personal y la historia detrás de su sorprendente edificio eran enormemente improbables.

Un muchacho que buscaba realizarse

Dexter nació en 1779 en una zona rural de Massachusetts, creció en Providence, Rhode Island y terminó sus estudios en el Colegio Universitario de Rhode Island (Rhode Island College) en 1798. En su discurso de graduación con orgullo incluyó el “evangelio de aspiración” norteamericano, proclamando que “el hacha de la industria, blandida por el brazo fuerte de la libertad, habrá de resonar desde las costas del Atlántico hasta los bancos del [río] Mississippi”. Después Dexter se mudó a Boston para estudiar leyes y empezó a blandir su propia hacha en un vergonzoso aunque inolvidable camino, trabajando con su tío, el famoso abogado local Samuel Dexter. Algunos bostonianos dijeron que Samuel “tenía buena labia”, sin principios y lo llamaban “Ambi-Dexter”. Alguna credibilidad debió haber tenido: la legislatura del estado lo designó candidato al Senado de los Estados Unidos y el Presidente John Adams lo nombró Secretario del Tesoro. Dexter aprendió mucho de su tío. Principalmente descubrió cómo convertirse en un tomador de riesgos y especulador financiero.

Billetes bancarios y “specie

A principios de 1800, Norteamérica no tenía papel moneda nacional. La casa de moneda nacional usaba metales preciosos a los que llamaba “specie”. Los bancos producían el dinero impreso, al que se le llamaba “billete bancario”. Supuestamente, los consumidores podían canjear los billetes bancarios por specie en cualquier momento en el banco emisor. Sin embargo, dicho papel moneda estaba a menudo indirectamente vinculado a lo que Adam Smith, autor de The Wealth of Nations (La riqueza de las naciones), describió como “la tierra firme de oro y plata”. Si todos los poseedores de billetes bancarios fueran a reclamar la moneda equivalente al mismo tiempo, la mayoría de los bancos no hubieran podido satisfacer la demanda. Cada billete incluía las firmas del presidente y cajero del banco. Estas firmas transmitían una señal clara a los poseedores de billetes: puede cambiar este billete por monedas del reino.

“Los harapos hacen papel El papel hace dinero El dinero hace bancos Los bancos hacen préstamos Los préstamos hacen pobreza La pobreza hace harapos”. [ – Anónimo]

Los billetes bancarios facilitaban el intercambio y el comercio, pero no eran la moneda de curso legal. Ninguna entidad gubernamental los respaldaba. Anteriormente, el gobierno norteamericano había participado en el negocio del papel moneda. El Congreso Continental emitió más de US$226 millones en billetes de papel llamados “Continentales”. Los estados individuales emitieron sus propios billetes, con valor de otros US$100 millones. Sin embargo, dicho papel moneda se volvió terriblemente inflado y casi perdió todo su valor. Para 1779, un Continental “se canjeaba por specie a razón de 42-a-1”. Cuando el gobierno de los Estados Unidos dejó de imprimir dinero, los bancos rápidamente asumieron el mando de este potencialmente lucrativo negocio. Después de todo, ¿qué podía ser más rentable que imprimir dinero?

“La caída de Dexter fue impresionante pero no por ser monstruosamente singular, sino por que reveló las reglas del juego”.

El problema fue que nadie tenía que aceptar billetes bancarios. Su fluctuante valor dependía de un sinnúmero de factores: la reputación del banco emisor, el prestigio de sus directores, la posesión de moneda del banco, y otros más. Con cientos de bancos en operación a lo largo de Norteamérica y con la gran cantidad de diferentes billetes en circulación, nadie podía saber con exactitud cuánto podría valer un billete en particular. Los especuladores – “hombres de papel” – adoraban el negocio del billete bancario. Prosperando gracias al caos y la confusión, se enfocaban en comprar papel barato y venderlo caro.

Los hombres de Yazoo

Samuel, tío de Andrew Dexter, era un conocido hombre de papel. Siempre alerta a la “principal oportunidad” de ganar dinero, él y sus cohortes preferían “fortuna caprichosa que capacidad constante”. Samuel y su grupo de inversión compraron 11 millones de acres del “área de Yazoo” en las reservas occidentales de Georgia, ahora Mississippi y Alabama. ¿Fue esta astuta acción una compra legal y honesta? Perez Morton, uno de los socios de Samuel, lo creía así: “Todo lo que no está prohibido por la ley, está permitido”, testificó ante el Congreso, “y lo que está permitido es legal”.

“Los primeros billetes de banco fueron un gesto congelado: un apretón de manos de medio agarre, una acta de palabras puesta en papel, estirada sobre el tiempo y el espacio”.

El joven Andrew absorbió este maravilloso credo y puso a trabajar la magia del papel moneda. En Boston se convirtió en fideicomisario de la Oficina de Cambio, llamada “Changery”, una nueva empresa bancaria y de inversión. La compañía aceptó hacer transacciones con cualquier papel moneda, incluso de los bancos más remotos y sospechosos. La mayoría de los bancos de Boston descontaban billetes bancarios de los bancos del “pueblo”, que era como se conocían despectivamente. Mientras más lejos estuviera el banco que emitió el billete, mayor era lo que el banco receptor descontaba del valor del billete. A los comerciantes de Boston y a los hombres de negocio no les gustaban los billetes de los bancos del pueblo, pues era muy difícil determinar su valor. Además, debido a lo lejos que estaban estos bancos de Boston, presentar los billetes para cambiarlos por specie era difícil. Precisamente por estas razones, a Dexter le gustaban los billetes de los bancos del pueblo. Para él, un banco remoto era el proveedor ideal de billetes – siempre y cuando él estuviera involucrado en su emisión.

“Sus fondos escasos, sus billetes abundantes, su crédito dudoso, el Farmers’ Exchange Bank estaba podrido. Dexter le sacó el jugo, pero no para salvar al banco, sino para salvarse a sí mismo”.

Dexter y sus asociados decidieron ni siquiera intentar remitir billetes a bancos del interior – o en cualquier otro lugar, para tal caso. Creían que cualquier billete bancario era valioso mientras estuviera en “circulación libre” o en movimiento. El único peligro era que si el billete estaba en reposo su valor tendría una “regresión a papel”. Al liberar el papel moneda de su difícil vínculo al specie, la Changery podía invertir alegremente en cualquier tipo de negocio: edificios, puentes y otros costosos proyectos. El resultado era un nuevo “Edén comercial” con Dexter, fideicomisario de Changery, como su munificente creador.

“Muchos bancos del pueblo estaban mal dirigidos, pero el Farmers’ Exchange Bank estaba degenerado”.

En la primera década de 1800, Detroit – hogar del nuevo banco comercial “Bank at Detroit,” o Detroit Bank – estaba lo más lejos posible de Boston por cualquier medio de transporte normal. Detroit Bank fue capitalizado en “US$80.000 y no más de US$400.000”. Dichas cifras eran sumamente sospechosas: “US$80.000 era más del doble del valor de la producción de Michigan de un año”. De hecho, había muy poca actividad económica en las regiones apartadas del estado y el efectivo era escaso. ¿Cuál era el verdadero propósito del banco? Pregunte a sus fundadores, los cuales todos eran hombres de papel de Boston. Efectivamente, el incansable Andrew Dexter Jr. era uno de los principales accionistas.

“Los billetes bancarios ... tenían ‘menos valor ... que la basura que estaba en el sótano del edificio”.

En poco tiempo, el banco generó una enorme cantidad de papel moneda. Sus billetes inundaron a Boston rápidamente. Al mismo tiempo la Changery pidió un préstamo al Detroit Bank. En efecto, Dexter y sus cohortes solicitaron de ellos mismos un préstamo personal – y lo aprobaron. Habían creado la perfecta máquina de dinero. Dexter utilizó la misma fórmula ingeniosa con los bancos que compró o en los cuales tenía algún interés financiero, todos en lugares lejanos de Nueva Inglaterra. Muchos sabían que Dexter era responsable de cubrir a Boston con billetes bancarios de Detroit, pero no sabían cuál era el verdadero juego de Dexter: los bienes raíces.

El Exchange Coffee House

Con mucho dinero que, en efecto, él mismo imprimió o se prestó, Dexter decidió construir un gran “templo de finanzas” llamado Exchange Coffee House, un lugar en donde los hombres de negocios y financieros se podían reunir, comprar y vender bienes y servicios, establecer sociedades y cerrar negocios. Planeó financiar su nuevo edificio con montañas de su adorado papel moneda, usando el mismo “capitalismo especulativo” que abasteció el desarrollo temprano de Norteamérica. Al principio, Dexter tenía un esquema legítimo para el edificio. Al final degeneró en meras estafas.

El banco Farmers’ Exchange Bank

A pesar de su recién descubierta riqueza, Dexter necesitaba otros inversionistas para financiar su caro proyecto. En ese momento, los comerciantes de Boston habían arrancado una campaña de difamación contra de los billetes bancarios de Detroit. Por supuesto, todos los billetes bancarios de Dexter eran tan livianos como plumas. Los peores emanaban de uno de sus otros bancos, el Farmers’ Exchange Bank in Gloucester, Rhode Island. Este banco no almacenaba sus miserables pertenencias en una caja fuerte adecuada. En su lugar, los funcionarios del banco metían el poco dinero que tenían en un pozo seco – literalmente un agujero en el suelo.

“En 1837, la burbuja de Dexter explotó por última vez, creando una implosión junto con las economías de especulación de la ciudad, la región, la nación y más allá”.

Farmers’ Exchange Bank tenía una mala reputación muy particular, por no canjear sus billetes en specie. Para Dexter, esta era una de sus mejores características. En cuanto tomó el control del banco, empezó a imprimir billetes bancarios de Farmers’ Exchange. El dinero recién impreso se fue a un sólo lugar: a las arcas de Dexter en Boston. En cuanto llegaron los nuevos billetes, Dexter rápidamente los entregó a los trabajadores, proveedores y otros acreedores para que la construcción del Exchange Coffee House avanzara. Surgió como un gran hotel y con siete pisos se convirtió en el edificio más alto de la nación.

“¿Qué diría Andrew Dexter de este mercado de hoy en día con el papel que él hizo y deshizo, y que lo hizo y lo deshizo a él a su vez? Se burlaría de los precios, seguramente”.

En total, el banco Farmers’ Exchange emitió más de US$600.000 en billetes bancarios que Dexter usó para construir el Coffee House. El pozo seco usado como caja fuerte del banco, tenía apenas US$86,48 en monedas. Nada respaldaba los billetes bancarios de Dexter. Cuando los billetes de Rhode Island inundaron Boston, los comerciantes locales empezaron a sospechar. Uno de ellos, Nathan Appleton, instituyó una implacable campaña de relaciones públicas en contra de la sospechosa moneda de Dexter. Cuando Appleton y un cártel de hombres de negocios se negaron a aceptar los billetes de Rhode Island, su valor comercial cayó en picada. Muy pronto valían apenas “sesenta centavos del dólar o menos”. En Boston y en todos lados se levantó una protesta solicitando una reforma bancaria. El gobierno estatal de Rhode Island cerró el Farmers’ Exchange Bank, la primera clausura bancaria en la historia de Norteamérica.

“El juego del dinero hizo que la gente ordinaria por mucho tiempo se sintiera como títere en un juego cósmico”.

Dexter colapsó y se quemó y lo mismo le pasó a su espectacular edificio. El 3 de noviembre de 1818, la gran estructura se incendió hasta quedar convertida en cenizas. La gente de Connecticut, Maine y New Hampshire podían ver el brillo del potente resplandor del fuego. Al igual que un truco de magos, que era precisamente lo que el edificio representaba en términos de prestidigitación financiera, al final era sólo humo.

“‘Aunque la catástrofe fue horrible’, recordó un editor de Boston en 1872, ‘hubo mucha gente entre nosotros que en verdad la disfrutó’”.

Hecho polvo y deshonrado, Dexter se fugó a Nueva Escocia. Manteniéndose “un paso adelante de sus acreedores”, después se fue al Terreno de Yazoo de su tío en Alabama, en donde se convirtió en un fracasado promotor de tierras luchando por el “Pueblo de Alabama”, más tarde denominado Montgomery. Amargado, Dexter lamentaba su “posición inferior”. Sus deudas crecieron. Dexter el hombre de papel terminó dando tumbos “por tierras fronterizas” entre los Estados Unidos y México, ahora Texas. Eventualmente regresó a Alabama. Un periodista dijo que fue encerrado por deudor. Puede ser. No hay duda de que para 1837, el año en que murió de fiebre amarilla en Mobile, no tenía un centavo.

Dos siglos después

En la actualidad, los billetes bancarios del Farmers’ Exchange Bank de Dexter son artículos de colección. Mucha gente los tiene y aún existe un gran número de ellos, pues Dexter imprimió muchísimos. En Internet se pueden comprar “Dólares de Dexter”. Un billete de US$2 cuesta cerca de US$64. Si aún estuviera entre nosotros, seguramente Dexter estaría contento de ver cómo su peripatético papel moneda ha aumentado en valor.

Sobre el autor

Jane Kamensky preside el departamento de historia de la Universidad de Brandeis. Es autora de Governing the Tongue (Controlando la lengua).