Los mercados y la economía
Los mercados financieros surgieron durante el Renacimiento italiano, hace más de 400 años. Desde entonces y durante mucho tiempo, las actividades financieras y de inversión fueron el dominio exclusivo de los ricos. La mayoría de los inversionistas eran expertos en las áreas o industrias en las que invertían. Sin embargo, a principios del siglo XX, el aumento en los niveles de prosperidad permitió que incluso los ciudadanos más ordinarios se convirtieran en inversionistas. Contrario a sus predecesores, estos nuevos “consumidores-inversionistas” ponían dinero en negocios que escasamente entendían.
“Hemos aprendido que es necesario tomar control de nuestro futuro económico, pero no nos han dado las herramientas para entender una economía o mercado que es cada día más complicado”.
Por supuesto, no todos los consumidores-inversionistas se hicieron ricos. La rápida disponibilidad del crédito para los inversionistas bursátiles, hicieron la inversión en acciones aún más lucrativa, pero también más riesgosa. El comportamiento irracional de los inversionistas, generó salvajes fluctuaciones en los mercados bursátiles desde las primeras décadas del siglo XX, hasta la última. Tanto la década de los “prósperos años 20” como la de los 90, culminaron con un desplome de los mercados accionarios.
“Nunca antes tantos cientos de millones de personas habían participado, directa o indirectamente, en algo tan complejo que sólo algunas miles o decenas de miles de personas verdaderamente entienden”.
No obstante, los modelos estadounidenses sustentados en mercados accionarios para la producción de bienes y servicios, se extendieron por todo el mundo. Estos modelos generaron un crecimiento en la economía global proveniente de tres fuentes: mayor productividad de la mano de obra, mayor producción de productos de valor relativamente alto y la proliferación de los “factores de producción” tales como los materiales y la mano de obra. El “pastel” económico ha crecido, así como el número de gente que comparte las partes del mismo, debido principalmente a las revoluciones tecnológicas.
El crédito y el ahorro
La eficiente regulación del banco central es crítica para el funcionamiento adecuado de los mercados y para el crecimiento económico. Las ganancias de los bancos provienen de la diferencia entre las tasas de interés que cobran por sus préstamos y las tasas que pagan por los depósitos. Los bancos prestan el dinero de sus depositarios, por lo tanto la integridad bancaria es un elemento esencial para fomentar la confianza de las personas en los mercados financieros.
“Incluso el más perfecto de todos los mercados puede inundarse de fallas”.
Establecido en 1913 como el banco central de los Estados Unidos, la Reserva Federal (Fed) está encargada de administrar el suministro de dinero nacional, asegurando la adecuada disponibilidad del crédito y supervisando la buena operación bancaria. La Fed puede desalentar los préstamos, exigiendo a los bancos que tengan más reservas. Con frecuencia los bancos piden prestado a la Fed para cubrir los requerimientos de reserva, por lo tanto el banco central también puede estimular los préstamos reduciendo la supuesta tasa de descuento que cobra sobre dichos préstamos o puede detener los préstamos elevando la tasa.
“Una de las razones por las que los mercados fallan en su rendimiento, es que los grandes participantes pueden manipular los precios”.
La política monetaria puede ser efectiva para que los bancos hagan lo que quiere la Fed. Sin embargo, no funciona en cualquier circunstancia. Cuando los consumidores tienen mucho miedo a pedir prestado y a gastar, incluso la disminución de la tasa a cero no es suficiente para impulsar la actividad económica. El crecimiento económico nacional también puede sufrir, en la medida en que esa política monetaria fomente entre los bancos el préstamo a prestatarios extranjeros o les lleve a cumplir otro tipo de prácticas que impidan los préstamos nacionales normales.
“El pastel económico es distinto al pastel financiero”.
Los discípulos del economista John Maynard Keynes apoyan el gasto del gobierno para crear empleos y para asegurar el crecimiento económico. El efecto multiplicador de dicho estímulo al gasto, garantiza que cada empleo adicional ayudará a crear otros empleos. Uno de los problemas de esta solución es que los trabajadores de los empleos creados por el gobierno, gastan su dinero en productos importados, exportando el impacto del estímulo fiscal nacional en vez de alimentar la economía nacional.
“La importancia de los derechos de propiedad debidamente preservados, es absolutamente esencial para el desarrollo económico fuerte, por lo menos en el sentido occidental”.
El trabajo de la Fed se ha tornado más complicado después de la década de 1980, cuando empezaron a surgir nuevas instituciones financieras no bancarias, algunas ejerciendo un impacto financiero que competía con el de los bancos más importantes. Como la Reserva Federal tiene jurisdicción únicamente sobre los bancos, la aparición de estas instituciones casi bancarias, le restó poder para afectar eventos económicos.
Economía de oferta
En la década de 1980, el llamado económico a la “Reaganomía” (Reaganomics) bajo la presidencia de Ronald Reagan fue la “economía de oferta”. Pero para el año 2003, incluso el periódico conservador Wall Street Journal admitió que la Reagonomía estaba muerta. En esa época, los economistas de oferta defendieron la reducción de impuestos como una manera para aumentar la inversión de los negocios, la producción, el empleo y los ingresos tributarios. Sin embargo, estos economistas se enfrentaron a una paradoja. Su visión se alinea perfectamente con una teoría económica conocida como la Ley de Say. Esta teoría propone que la oferta crea demanda, lo que significa que los productores e inversionistas pagan a los trabajadores para producir y los trabajadores pagan para comprar lo que produjeron. Sin embargo, la Ley de Say discrepa de otro importante principio de economía, la “Paradoja del ahorro”, que sostiene que los ahorros pueden proveer fondos para inversión y también acabar con los incentivos para invertir. Los trabajadores que temen a los tiempos económicos difíciles, a menudo deciden ahorrar en vez de gastar y cuando muchos trabajadores ahorran mucho, cae la demanda agregada de productos y servicios y los negocios tienen que despedir a sus empleados.
“Para entender que un dólar estadounidense débil se puede convertir en un recurso nacional, es necesario aceptar que Estados Unidos se está convirtiendo en un participante en la economía global, en vez de ser el líder de la economía global”.
La gente que conserva su empleo durante una recesión, ahorra aún más por el miedo, lo que resulta en una disminución en la demanda por bienes y servicios, mayores despidos y mayor depresión económica. El gobierno puede compensar el impacto económico de esta espiral descendiente, gastando para generar demanda por bienes y servicios.
Fallas del mercado
Los mercados son excelentes mecanismos para repartir escasos recursos. Adam Smith utilizó el término la “mano invisible” para identificar el misterioso proceso que ocurre dentro de los mercados, cuando los individuos que buscan satisfacer sus propios intereses, al mismo tiempo favorecen a la sociedad. Sin embargo, en ocasiones los mercados fallan y cuando esto sucede, el gobierno tiene que asumir un papel adecuado y a veces necesario, para mitigar el impacto.
“El gobierno debe demostrar que está hombro con hombro con los ciudadanos y que hará lo que esté al alcance de cualquiera o tal vez de todos, para remediar la situación”.
Una importante causa de la falla del mercado es la información asimétrica. Si un participante del mercado tiene información que otros no tienen, los precios no reflejan un valor razonable. Los mercados también fallan por una falta de balance en el número de compradores con respecto a los vendedores. Otro tipo de distorsión de precios es la que ocurre cuando el comprador no paga el precio completo del producto. Por ejemplo, es probable que los precios no cubran el costo de la contaminación generada por la producción.
“La política monetaria coordinada se ha derivado generalmente de la calamidad financiera”.
Los cálculos de la oferta y la demanda son indispensables para entender el movimiento de los precios, pero no sirven en su totalidad para explicar el ajuste del nivel de precios. Por ejemplo, la demografía puede afectar la demanda de bienes y servicios. Los países jóvenes en crecimiento, tienden a tener mayor demanda que los países viejos, estancados. El aumento en la demanda, eleva la presión sobre los precios. Los precios más altos traen mayor oferta al mercado, pero si las ofertas son fijas, el aumento en la demanda sólo incrementa las ganancias de los productores.
El seguro social y la inseguridad
Con frecuencia, los objetivos de eficiencia de los mercados y de la equidad social están mal alineados. Los mercados son muy buenos para generar riqueza. Sin embargo, esta riqueza no se distribuye equitativamente. El gobierno de los Estados Unidos ha creado sistemas de transferencia de pagos que distribuyen la riqueza. Pero el Seguro Social, uno de los más grandes de estos programas, está restringido por las tendencias demográficas adversas.
“Las noticias financieras por Internet y televisión, cambian fundamentalmente el acceso al mercado, para bien o para mal”.
El Seguro Social se diseñó para una sociedad previa y diferente. En 1935, cuando la edad para ser candidatos a los pagos de pensión de Seguro Social se fijó en 65 años, el promedio de los americanos vivía 63 años. La esperanza de vida ha aumentado y la población anciana en los Estados Unidos y alrededor del mundo, está amenazando al Seguro Social y a otros sistemas de transferencia de pagos en muchos países desarrollados.
“Nuestros hijos ahora perciben que tal vez más que nunca, tenemos el control y somos responsables de nuestro propio destino económico”.
Los norteamericanos también enfrentan una disminución a largo plazo del valor de su dólar. El déficit presupuestario del gobierno de los Estados Unidos se sitúa en el nivel histórico alcanzado tras la II Guerra Mundial y supone un riesgo de inflación. De hecho los Estados Unidos tiene “déficits gemelos”, en el sentido de que las importaciones de productos y capital exceden las exportaciones. El sistema monetario internacional estableció el dólar estadounidense como la moneda de reserva predeterminada a nivel mundial, pero la mala administración de la economía de los Estados Unidos puede resultar en un alejamiento del dólar en favor del euro o del loonie canadiense, o ambos. Sin embargo, un dólar debilitado no representa sólo malas noticias para los norteamericanos, pues puede hacer que las exportaciones sean menos caras y recorte el déficit del comercio.
Comportamiento irracional del mercado
Según la teoría de eficiencia de los mercados, el precio de las acciones refleja rápidamente información nueva. Los expertos en inversiones que saben que las noticias importantes sobre una empresa cambiarán el precio de su acción, a menudo compran o venden las acciones por anticipado. Esta presión de compra y venta afecta la demanda de la acción y por lo tanto, también altera el precio. Sin embargo, esta teoría afirma que las decisiones del mercado son meramente racionales. De hecho, las burbujas de hiper-inversión en vivienda y otros mercados, ilustran el impacto potencial de la irracionalidad de los inversionistas.
¿Quién está encargado?
La crisis de préstamos hipotecarios de alto riesgo y los problemas económicos que ocasionó, hablan mal del complejo político-empresarial de los Estados Unidos. Las compañías automotrices que no fueron capaces de innovar y competir, se han convertido en receptores de los ajustes fiscales financiados por el gobierno. Las instituciones financieras que tomaron desastrosas decisiones, recibieron paquetes de rescate del gobierno porque eran demasiado grandes para fracasar. El sistema tributario de los Estados Unidos, además de ser complejo e influenciado en gran parte por la política, tergiversa las decisiones económicas, otorgando incentivos a los contribuyentes para que tomen acciones que tienen consecuencias económicas adversas a largo plazo.
“Mientras más pronto absorbamos esta nueva realidad económica, mejor”.
Sin duda, es necesaria una nueva iniciativa para la regulación. Los legisladores y reguladores deberían adoptar un “programa de doce pasos” para fortalecer la economía estadounidense a largo plazo:
- Reformar el sistema educativo para ofrecer instrucción flexible e interdisciplinaria.
- Desarrollar una política de energía para reemplazar el uso de hidrocarburos.
- Establecer una política industrial que fomente la cooperación y que reforme el sistema de patentes.
- Simplificar el código tributario, de tal manera que proporcione los incentivos adecuados para una economía en crecimiento.
- Vincular la política fiscal y monetaria para que no se contradigan.
- Reducir el déficit y terminar con los préstamos por parte del gobierno.
- Establecer instituciones para hacer cumplir la responsabilidad, la transparencia y la ética en los negocios.
- Reformar la compensación ejecutiva para minimizar riesgos morales.
- Reformar la regulación para enfocarse en el largo plazo y el bien común.
- Invertir en la infraestructura física, legal, humana y comercial del país.
- Actualizar el sistema legal para que las disposiciones anti-monopolios y de patentes sean relevantes.
- Asegurarse que la ciudadanía cuenta con la información suficiente para exigir acciones que garanticen el crecimiento sostenido de la economía.