China: El balance general

Libro China: El balance general

Lo que el mundo debe saber sobre la nueva superpotencia emergente

Public Affairs,
También disponible en: Inglés


Reseña

Este libro es indispensable para quien busque información seria sobre China. Ningún país ha propiciado más comentarios, conflictos y controversias o ha dado pie a predicciones, proyecciones y polémicas más distintas y confusas. Los autores – C. Fred Bergsten, Bates Gill, Nicholas R. Lardy y Derek Mitchell – se enfocan en temas económicos, políticos y de seguridad, y no pretenden tomar partido a favor ni en contra. Brindan una excelente y concisa encuesta del pensamiento contemporáneo sobre China, con extensa evidencia a favor y en contra de cada punto. BooksInShort opina que, si sólo va a leer un libro sobre China, deberá ser éste. Si va a leer varios, empiece por éste.

Ideas fundamentales

  • Existen tantas “Chinas” que cualquier generalización sobre China es invariablemente errónea.
  • La principal prioridad del liderazgo de Pekín es mantener el poder ante los retos difíciles.
  • Las actuales tasas de crecimiento harán de China, en tres décadas, la economía más grande de la Tierra.
  • China busca una gran posición de poder, pero enfatiza sus relaciones con otros países en la región asiática aledaña.
  • China y Estados Unidos deben ambos resolver los desequilibrios en sus economías.
  • China abriga una fuerte sospecha sobre el poder y las intenciones de EE.UU.
  • Taiwán sigue siendo un tema difícil y guía la estrategia militar de Pekín.
  • Los retos económicos clave de China son reformar las empresas estatales, asignar capital eficientemente y crear herramientas macroeconómicas que estabilicen su economía.
  • La población de China está envejeciendo tan rápidamente que será vieja antes de ser rica.
  • Los retos ambientales de China también son desalentadores. Casi toda el agua está demasiado contaminada para beberse y el aire es nocivo.
 

Resumen

Muchas Chinas

Hablar de China como una sola entidad induce al error. Dadas tantas perspectivas, opiniones y nociones sobre lo que es, debería ser o podría ser China, hay muchas Chinas. Esta multiplicidad existe dentro y fuera de las fronteras de la República Popular. China es una cosa para un exitoso empresario en una importante ciudad del suroeste, y otra muy distinta para un pobre granjero en el atrasado noroeste. China significa una cosa para un gerente corporativo con una importante cadena de venta al menudeo que compra a fábricas chinas, otra para una empresa de alta tecnología que espera vender a China, y otra más para un ingeniero cuyo trabajo acaba de ser subcontratado. Para algunos, China es una tierra de oportunidades económicas ilimitadas. Para otros es una tierra de amenazas aterradoras.

“Una China aprehensiva, inestable, anárquica o que se desploma podría presentar riesgos económicos y de seguridad inaceptablemente elevados para Estados Unidos”.

La misma diversidad existe con respecto a la política y la seguridad. Algunos ven a China como un país represivo de tortura y totalitarismo; otros ven la promesa de la democracia. Algunos perciben a China como poseedora de una sola estrategia militar defensiva y otros la ven como el país que construye una maquinaria de guerra. Su fortaleza significa estabilidad y orden para algunos, y peligro para otros. Las expectativas son altas en la relación crucial entre EE.UU. y China. Ambos deben evitar malentendidos y estar bien el uno con el otro. Éstas son las cuatro preguntas clave:

  1. ¿Seguirá creciendo la economía de China o está a punto de derrumbarse? – La respuesta depende de los motivos de las fortalezas y debilidades económicas de China. Muchas de las generalizaciones sobre la aparente fuerza del país son erróneas. Por ejemplo, China no es realmente un país de mano de obra barata. Su salario promedio es sólo una trigésima parte del de EE.UU., pero su productividad es aún menor. China ni siquiera es una tierra con abundante mano de obra. La población que envejece rápidamente ya ha repercutido en la escasez de mano de obra en algunas regiones.
  2. ¿Será China más democrática? – ¿O ejercerá el liderazgo mayor control aunque traiga prosperidad? A medida que los países se hacen más ricos, tienden a ser más democráticos, pero muchos en China ven la presión por los derechos humanos y la democracia como parte de una insidiosa trama de Estados Unidos para evitar que China alcance una gran posición de poder.
  3. ¿Ofrece China una oportunidad o un peligro para EE.UU.? – La relación tiene riesgos y oportunidades. En EE.UU., algunos perderán con el progreso de China, por ejemplo, los trabajadores textiles y los fabricantes de refacciones para autos. Pero el desarrollo de China ha ayudado a mantener bajos los costos de productos y las tasas de interés, para el gran beneficio de muchos más estadounidenses que aquellos cuyo empleo está en peligro en las industrias amenazadas.
  4. ¿Es China socia o antagonista? – Es difícil leer las intenciones estratégicas de China y evaluar su reciente incremento militar, especialmente por la falta de una estrategia global coherente. Su programa militar parece dar prioridad a Taiwán. Aunque parezca dispuesta a esperar pacientemente una unificación pacífica, no ve otra opción más que la unificación. Además, el populismo y el nacionalismo pueden convertir a Taiwán en un punto de alerta. Más allá de Asia, China busca recursos naturales, sobre todo petróleo, lo que la ha llevado – contra los intereses de Estados Unidos – a cultivar relaciones con países problemáticos, como Irán.

El panorama económico

China es la tercera potencia comercial del mundo y la cuarta economía. Ha sostenido un crecimiento anual del 10% durante unos 30 años. Está clasificada como la primera en reservas de divisas, con US$1 billón y como la segunda, después de EE.UU., como destino de la inversión directa. China ha sido responsable del 12% del crecimiento del comercio mundial. Los siguientes factores ayudan a dar cuenta de su notable desempeño económico:

  • Reformas del mercado – Los burócratas dirigieron la economía de China hasta que Deng Xiao Ping y sus reformadores aceptaron el mercado. Establecieron precios y trataron a las fuerzas del mercado como si fueran poco relevantes. Las reformas de Deng hicieron que el sistema respondiera mejor a la oferta y la demanda, y mejoraron la eficiencia, entre otras cosas, al ofrecer incentivos a la producción.
  • Apertura al mundo – La liberalización de las reglas del comercio y la inversión ha convertido a China en un importante país comercial. Su economía es una de las más abiertas del mundo. El comercio representa dos terceras partes del PIB en China, y las compañías extranjeras representan casi una tercera parte de su manufactura. La presencia de empresas extranjeras en el mercado ha forzado a las empresas chinas a mejorar sus operaciones para poder competir.
  • Ahorros e inversión – China tiene una de las tasas de ahorro y niveles de inversión más altos del mundo. Su creciente capital social ha hecho posible mover la mano de obra de la agricultura a la industria, lo que estimula un mayor crecimiento.
  • Gasto en educación – China sigue superando a India en alfabetización, especialmente entre las mujeres. El número de trabajadoras es desproporcionado en operaciones de montaje, y la alfabetización ha ayudado a las chinas a ser productivas.
“Nunca ha habido tanto interés en que las políticas de EE.UU. hacia China sean las adecuadas, como ahora que empieza a correr el siglo XXI”.

Pero China es pobre. Su ingreso promedio per cápita es una pequeña fracción del de EE.UU. Los salarios son, en promedio, una trigésima parte de los de EE.UU. y la productividad es aún menor, por lo que los salarios en China podrían ser relativamente altos en términos de productividad. China espera moverse hacia las industrias de alta tecnología y de valor agregado, pero gasta poco en investigación y desarrollo. Sólo el 10% de sus graduados en ciencia cumple con los estándares internacionales y sus exportaciones de tecnología son sólo de materia prima. Aún no sabemos si el éxito económico de China la hará democrática y pluralista. Sus líderes podrían compensar a la ciudadanía, y ofrecer prosperidad económica a cambio de seguir en el poder.

Los retos de China

El sistema político de China es claramente inadecuado para lidiar con sus retos futuros. Para sostener el crecimiento, debe reformar sus empresas estatales, limpiar su sistema bancario y desarrollar instrumentos de políticas macroeconómicas para estabilizar su futuro económico. Debe reducir las brechas entre las regiones ricas y pobres, y lidiar con la enorme urbanización y mano de obra móvil. China debe satisfacer su apetito de energía, alimentación, agua y materias primas sin destrozar el medio ambiente. Su aire y agua ya están sumamente contaminados. No puede alimentarse a sí misma, en parte porque sólo el 15% de su tierra es cultivable e incluso eso se está perdiendo. Más de 100 millones de emigrantes económicos están buscando empleo, y las manifestaciones públicas de protesta han aumentado considerablemente.

“Desapareció el sombrío monolito del pasado maoísta de China. Hoy ... hay muchas Chinas – rurales y urbanas, ricas y pobres, educadas y analfabetas, internacionales y aisladas”.

Hasta cierto punto, los retos de China son buenas noticias para EE.UU., pues mientras China esté enfocada en asuntos nacionales, tendrá menos tiempo o tendencia a causar problemas fuera. Además, para resolver sus problemas China necesitará tecnología, conocimientos y ayuda de otros países, y generará así un mercado de exportación en EE.UU. Es de interés para EE.UU. ayudar a China; la alternativa es demasiado peligrosa. El desperdicio en el uso de energía en China repercute en los precios internacionales de energía.

China y Estados Unidos

El crecimiento de China ejercerá enorme presión competitiva en algunas industrias de EE.UU., pero ofrecerá grandes oportunidades a otros sectores. El excedente comercial y el interés de China en comprar empresas estadounidenses ya han creado controversia política. De hecho, China de alguna manera se asemeja al Japón de los 80 o a las economías de los cinco Tigres Asiáticos de los 90. China no ha sido la causa más importante de los problemas económicos de EE.UU., y su prosperidad no ha impedido que éste alcance un crecimiento económico récord. Otros factores han sido más importantes, pero el impacto económico de China es sumamente visible.

“¿Podrá el partido mantenerse en pie en esta cuesta tan resbalosa tras haber puesto en marcha una ruta más ‘reformista’ en medio de un cambio social sin precedente?”

Los titulares en EE.UU. no prestan gran atención a los beneficios económicos que recibe el país por el crecimiento de China, como precios más bajos en productos de consumo. Aunque la gente en algunas industrias comerciales, como la textil, es perdedora neta y los trabajos en ciertos sectores están en peligro, otros se benefician. China compró deuda del gobierno de EE.UU., lo que ayuda a mantener las bajas tasas de interés. Para negociar con China, EE.UU. debe tomar estas medidas:

  1. Hacerse cargo de sus propios problemas – EE.UU. debe lidiar con su déficit, elevar el nivel de ahorro e invertir más en capital humano, mejorando su sistema educativo.
  2. Incluir a China en el club de países fuertes – Mientras impulsa a China, EE.UU. debe insistir en la cooperación del país en el sistema internacional que alcanzó, y ahora sostiene, la prosperidad global. China debe cumplir sus compromisos con la Organización Mundial de Comercio.
  3. Involucrar a China en el manejo de la economía global – EE.UU. debe insistir en que las iniciativas globales tengan precedencia sobre las regionales. China está muy involucrada en éstas, y existe el riesgo de crear una esfera preferencial en Asia, que esté menos abierta a EE.UU.

Asuntos militares y seguridad

China no busca una seguridad global cohesiva ni una estrategia militar. Las evidentes prioridades de seguridad de Pekín son “conservar la independencia, soberanía e integridad territorial de China”. China enfatiza las relaciones en su región. Más allá de eso, su postura general ha sido la de hacer a un lado los desacuerdos, enfocarse en lazos económicos y asegurar la paz.

“China rechaza cualquier sugerencia de competitividad estratégica global con Estados Unidos”.

Pero Taiwán es un asunto importante. Su reunificación es un pilar central de la política exterior china. Para alcanzar esa meta, China ha ofrecido incentivos y amenazas con la intención de recompensar a aquellos que aíslen a Taiwán internacionalmente y castigar a quienes no lo hagan. China ha invertido mucho para modernizar su ejército. El Ejército Popular de Liberación no es equivalente a la fuerza militar de EE.UU., pero claramente busca las debilidades y vulnerabilidades de EE.UU. en caso de tener que lidiar con la intervención estadounidense en una confrontación con Taiwán. Pekín recurriría a la fuerza militar si Taipéi cerrara las puertas a la unificación. Por el momento, China parece paciente, pero la identidad nacional de Taiwán es cada vez más pronunciada, incluso a medida que crecen el nacionalismo y el populismo en el continente. La clara ventaja de China podría hacer deseable una solución militar, especialmente si la presión popular lo exige.

“Sin embargo, China se ha vuelto notablemente más proactiva en su alcance económico y diplomático para crear lazos bilaterales constructivos con un creciente número de países”.

China enfatiza una relación positiva con EE.UU., pero no se siente cómoda con la influencia estadounidense en Asia. Algunos chinos ven la insistencia de EE.UU. por la democracia, los derechos humanos y un Taiwán independiente como un esfuerzo para debilitar a China. Pekín ha defendido un “mundo multipolar” para reemplazar el mundo “unipolar” dirigido por EE.UU. La estrategia de seguridad china ha sido un poco oportunista e incoherente. China ha aprovechado la oportunidad que presentó el involucramiento actual de EE.UU. en otros lugares para desarrollar sus intereses internacionales. Su enfoque parece defensivo y económico, pero podría ser firme y aun contrario a EE.UU. y presentar un reto complejo, contradictorio y multifacético. Cuatro cosas son claras:

  1. China es tanto una oportunidad como una amenaza en términos de economía y seguridad.
  2. Cuál faceta domine la relación depende de las decisiones de políticas en ambos países.
  3. EE.UU. no puede fijar el rumbo de China, pero las políticas de EE.UU. pueden ayudar a determinar el futuro de China.
  4. EE.UU. debe tratar de incluir a China en el sistema de manejo global de manera consistente con los intereses estadounidenses.
“Incluso frente a una China que fracase o esté en caos, los intereses de Estados Unidos y sus aliados globales se beneficiarían más de políticas que traten de involucrar en vez de aislar al país ... para moderar los potencialmente devastadores resultados económicos y de seguridad de tal escenario”.

Por el momento, Pekín debe enfocarse en cambios y retos nacionales. Un ambiente internacional pacífico ayudará. Además, China y EE.UU. comparten un interés en impedir la proliferación nuclear, contrarrestar el terrorismo y evitar el surgimiento de una guerra sobre Taiwán. Económicamente, los dos países tienen áreas de interés mutuo. Ambos se benefician de la estabilidad financiera; ambos pierden con el proteccionismo. Por tanto, ambos tienen el incentivo de reducir desequilibrios y distorsiones, y de cooperar para asegurar un ambiente económico internacional favorable.

Sobre los autores

C. Fred Bergsten dirige el Instituto de Economía Internacional (IIE), una institución de investigación, privada y no lucrativa, en la que Nicholas R. Lardy es uno de los principales colaboradores. Bates Gill es director de Estudios Chinos en el Centro de Estudios Estratégicos e Internationales (CSIS), una organización no lucrativa de políticas públicas, en la que Derek Mitchell es uno de los colaboradores principales sobre Asia en el Programa de Seguridad Internacional. Este libro es una obra conjunta del IIE y el CSIS.