El capitalismo 4.0

Libro El capitalismo 4.0

El nacimiento de una nueva economía tras la crisis

Public Affairs,
También disponible en: Inglés


Reseña

El capitalismo ha muerto; que viva el capitalismo. Ése es el principio central del tomo instructivo y perceptivo del experimentado periodista de negocios Anatole Kaletsky. El capitalismo global le ha funcionado bien a la humanidad durante siglos y ha sobrevivido gracias a que se ha adaptado a las épocas. La secuela de la crisis del 2008 y el cuasicolapso del sistema financiero mundial exigen una reforma importante de las ideas sobre el libre mercado. La nueva versión, que Kaletsky postula como la cuarta en la historia del capitalismo, aprenderá las lecciones del pasado y las adaptará para aprovechar las fuerzas del mercado en el siglo XXI. BooksInShort recomienda su minucioso resumen de lo que ha sucedido y su visión de lo que probablemente sucederá – incluyendo la recuperación económica – a todo aquel que busque una percepción contundente del futuro económico.

Ideas fundamentales

  • El capitalismo global es un sistema fluido y adaptable que funciona mejor para las economías mundiales.
  • Para responder a la crisis del 2008, el capitalismo necesita asumir un nuevo rostro: el “Capitalismo 4.0”.
  • Tres fases distintas marcan la historia de 200 años del capitalismo:
  • El “Capitalismo 1.0” liberalista comenzó en el mercantilista siglo XVIII.
  • La intervención del gobierno durante la Gran Depresión inició el “Capitalismo 2.0”.
  • Una alta inflación y la “revolución Thatcher-Reagan” llevaron al “Capitalismo 3.0”, que se colapsó con la quiebra de Lehman Brothers en el 2008.
  • En 1989, las tendencias cíclicas se mezclaron con acontecimientos históricos e inauditos para prefigurar los problemas económicos del 2008.
  • La creencia en el poder de autocorrección del libre mercado llevó al gobierno de George W. Bush a errores estratégicos que estuvieron a punto de destruir el sistema financiero mundial.
  • El Capitalismo 4.0 surgirá como una fusión de las economías de mercado con una juiciosa dosis de participación gubernamental.
  • La siguiente iteración del capitalismo llevará a adaptarse a entornos y problemas cambiantes, y a mezclar los sectores público y privado para que trabajen en conjunto.
 

Resumen

El punto de inflexión

La crisis financiera del 2008 no destruyó el capitalismo, como muchos predijeron. Pero sí destruyó el pensamiento económico que reinó durante 30 años: la adhesión ciega a las teorías de los mercados libres, racionales y autorregulatorios. Los traumas que siguieron a la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre del 2008, por terribles que hayan sido, sentaron las bases para una nueva estructura capitalista. El sistema comercial que los economistas definieron ampliamente como capitalismo se ha sostenido más de dos siglos, pero ha cambiado con el tiempo y se ha adaptado fluidamente a las necesidades y acontecimientos políticos, económicos y sociales. En esos 200 años, el capitalismo pasó por tres iteraciones importantes. Los males del 2008 fueron el catalizador de la última versión, el “Capitalismo 4.0”. Esta nueva variación rechaza la creencia de que los mercados estén siempre en lo cierto y adopta el concepto de que el gobierno desempeña un papel importante en la vida económica. La crisis del 2008 demostró que las normas políticas y la economía deben conjuntamente asegurar la supervivencia del capitalismo y el crecimiento de la economía mundial. El Capitalismo 4.0 postula que el mundo es demasiado complejo y el futuro es demasiado incierto como para dejar los problemas en manos de modelos matemáticos abstractos y teorías inflexibles. En los próximos años, “el capitalismo global será reemplazado nada menos que por el capitalismo global”.

“La flecha y el aro”

La historia puede marcar el 2010 como el inicio del siglo XXI, así como las convulsiones de la Primera Guerra Mundial marcaron el inicio real del siglo XX y la derrota en 1815 de Napoleón Bonaparte en Waterloo demarcó el siglo XIX. El capitalismo es un concepto moderno, pero sus raíces vienen de las aspiraciones primordiales de la humanidad de éxito, expansión y conquista. El capitalismo cambia en “puntos de inflexión” importantes, y se reinventa con relación a la “flecha del progreso tecnológico”, que dispara el sistema hacia adelante mediante ciclos repetitivos de auge y caída. Éstas son las “eras del capitalismo” en la historia:

El “Capitalismo 1.0” (1776-1932)

Las nociones existentes de “los principios fundamentales de organización de la vida económica” se fusionaron en 1776 con la publicación de La riqueza de las naciones de Adam Smith. La teoría de Smith sobre la “mano invisible” explicaba la contundente eficiencia de una economía de mercado y precedió sólo por meses a la Declaración de la Independencia de EE.UU., el documento que creó a “la primera nación conscientemente capitalista”. En 1815, año de la batalla de Waterloo, el “capitalismo imperialista” se había extendido a Europa y sus colonias. El principio fundamental del Capitalismo 1.0 fue el liberalismo, la convicción de que el gobierno debe estar al margen de los negocios y dejar el progreso económico en manos del libre comercio y el libre mercado. Los gobiernos sí interfirieron al fijar normas y aranceles comerciales proteccionistas, pero los economistas veían esas incursiones como obstáculos temporales hacia el comercio liberalizado. El marxismo – oponente del capitalismo y su contrario polar – también creía que el gobierno no debía controlar las finanzas ni crear empleos. El mercantilismo tuvo su auge a fines del siglo XIX, pero las desigualdades de ingresos y las injusticias provocaron protestas violentas de anarquistas y socialistas después de la Primera Guerra Mundial. El creciente sentimiento democrático, alimentado por los derechos al voto y el surgimiento de sindicatos, señaló el principio del fin de esa era.

El “Capitalismo 2.0” (1931-1980)

La Gran Depresión de los años 30 marcó un cambio radical en el pensamiento político y económico. La Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes, publicada en 1936, se convirtió en la piedra de toque de la siguiente fase del capitalismo. Para sobrevivir, el capitalismo revistió sus atroces desigualdades y plasmó valores democráticos frente al nazismo y el fascismo. Irónicamente, la Alemania nazi resucitó la economía con la teoría de Keynes (que Gran Bretaña ignoró, en detrimento suyo). La característica primordial del Capitalismo 2.0 fue reconocer que el capitalismo sin restricciones era inherentemente nocivo, y que había que elegir “gobiernos benévolos y competentes” para administrar el desarrollo económico y eliminar “el inevitable caos del libre mercado”. La economía keynesiana tuvo su auge de 1946 a 1969, “el período más exitoso de administración económica en la historia del mundo, en términos de nivel de vida, progreso tecnológico y estabilidad financiera”. Pero todo lo bueno llega a su fin, y los enormes gastos de EE.UU. en la guerra de Vietnam y La Gran Sociedad del Presidente Lyndon Johnson, así como la inflación y el terrorismo en Europa, se sumaron a las crecientes presiones financieras. En 1971, EE.UU. separó el valor del dólar del oro, y rompió así con el sistema monetario global instituido tras la Segunda Guerra Mundial. Los precios del petróleo se dispararon durante el embargo árabe de crudo de 1973 y el desempleo e inflación resultantes hundieron a las economías en una “estanflación” en los años 70. El capitalismo tuvo que reinventarse para sobrevivir.

El “Capitalismo 3.0” (1979-2008)

La “revolución política Thatcher-Reagan” respondió al creciente desencanto con el exceso de control gubernamental, los enormes gastos y la intervención en la vida económica. El monetarismo que defendían Milton Friedman y los economistas de la Universidad de Chicago proporcionó la contraparte económica de la sublevación Thatcher-Reagan, y declaró que el libre mercado siempre funcionaría mejor que el Estado para mantener un buen equilibrio entre el empleo y la economía. Los monetaristas decían que la horrenda inflación de los años 70 era prueba de la incapacidad del gobierno de manejar la economía, lo que llevó a la ignominiosa decadencia del “capitalismo keynesiano”. Pero la inflación no era la razón sino el indicador del colapso de esa teoría. La inflación creció debido a un nuevo grupo de empleados exigentes (ahora más alejados de la pérdida de empleos de la Gran Depresión) y de propietarios de negocios confiados en la perpetua disposición del Estado a imprimir dinero para adaptarse a los crecientes sueldos y a la eliminación del desempleo. La única manera de detener la inflación era aumentar el desempleo y separar gobierno y economía. Este “fundamentalismo de mercado” (la certeza de que el mercado está en lo correcto y el gobierno en el error) llegó a su auge y cayó en el 2008 bajo George W. Bush y Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal.

El camino al Capitalismo 4.0

En 1989, cinco transformaciones sirvieron de flechas apuntadas inexorablemente a la crisis del 2008:

  1. Cayó el muro de Berlín y, con él, la ideología comunista. El impacto se extendió mucho más allá de Europa Oriental y la Unión Soviética; países tan distintos como China, India y Sudáfrica reconocieron el fracaso de la economía centralizada.
  2. Asia – sobre todo China – surgió como parte integral de la economía mundial. El cambio económico chino de fines de los años 70 comenzó a rendir frutos a fines de los 80.
  3. Tim Berners-Lee redactó la propuesta para la World Wide Web. La consecuente “revolución tecnológica” redujo los costos de comunicación prácticamente a cero.
  4. Tras la Guerra Fría, los gobiernos empezaron a recortar presupuestos de defensa. A la inversa de las generaciones anteriores de ahorradores prudentes, la gente gastó su “dividendo de paz”.
  5. La “desmitificación del dinero”, que empezó en 1971 con el dólar fiduciario, se había acabado para 1989, cuando Europa inventó el concepto del euro, una moneda únicamente respaldada por la posición económica de los países participantes.
“El Capitalismo 4.0 requerirá nuevos sistemas que mejoren la estabilidad económica sin sacrificar los principales beneficios de la libertad y la innovación financieras”.

Estos acontecimientos aparentemente dispares se fusionaron en cuatro “megatendencias”:

  1. La economía global se duplicó, alimentada por “tres mil millones de nuevos consumidores, productores y ahorradores” que provenían de las repúblicas soviéticas, China y países en desarrollo.
  2. La globalización creció e impulsó el comercio, la manufactura, la productividad y por último las comunicaciones.
  3. “La Gran Moderación” llevó a 20 años de crecimiento estable en las economías a través del mundo.
  4. La estabilidad económica, las tendencias capitalistas y los grandes ahorros generados en Asia llevaron a los banqueros a hacer préstamos más libremente a prestatarios que ya no temían el desempleo ni el derrumbe financiero.
“Las claras líneas divisorias entre las responsabilidades del gobierno y de los negocios serán menos nítidas”.

Estas tendencias, sobre todo la libertad en los préstamos, presagiaron el “círculo de repetición”, el auge y caída cíclicos, inherentes a las economías y a toda actividad humana. Pero la longevidad de la Gran Moderación llevó a muchos observadores a preguntarse si estas transformaciones y tendencias modernas significaban que los ciclos fiscales eran anticuados y si los fundamentos básicos habían cambiado. El creciente sentimiento de que las reglas económicas se habían suspendido alimentó una deuda cada vez mayor, una mayor innovación en productos financieros, el creciente valor de la propiedad y la creciente riqueza en el hogar. La “ambición” y la “avaricia” reemplazaron a la “prudencia” y al “temor”. Se necesita el poder de freno de los ciclos de auge y caída para detener la toma de riesgos excesiva. Para progresar, el capitalismo depende de este “yin y yang” económico.

“El fundamentalismo de mercado se autodestruye”

A pesar de la acumulación de préstamos, y del valor disparatado de los bienes raíces y carteras de valores que llevaron al 2008, las decisiones de una persona convirtieron una crisis relativamente seria, pero controlable, en una espiral letal. El Secretario del Tesoro de EE.UU. Henry Paulson y otros funcionarios tenían fe ciega en la capacidad de autocorrección del mercado, y una gran convicción de que el gobierno no debe interferir en ese proceso natural. Ese fundamentalismo de mercado llevó a Paulson a confiscar Fannie Mae y Freddie Mac el 7 de septiembre del 2008, para resolver la latente animadversión de los conservadores a la “condición híbrida de lo público y lo privado”. Esta acción causó “temor y conmoción” entre los accionistas de todo el mundo, que vieron evaporarse repentinamente sus inversiones en Fannie y Freddie. El “rescate” asustó a la comunidad inversionista global, incluyendo los fondos soberanos de riqueza que habían invertido miles de millones para apuntalar los bancos estadounidenses en crisis. Esta acción disminuyó la capacidad de los bancos de aumentar su capital y dio a los vendedores en corto de acciones bancarias luz verde para sujetar las acciones a arbitraje. La confiscación dio a entender que los bancos sólo podrían sobrevivir mediante el rescate gubernamental. Una semana después, Lehman, en su lucha contra las presiones de los especuladores y la pérdida de los caballeros blancos potenciales internacionalmente, se declaró insolvente. Paulson, con el reciente “triunfo” de Fannie y Freddie, decidió no apoyar a Lehman y lo forzó a quebrar. Las secuelas se dejaron sentir con rapidez: Se detuvo el crédito interbancario, los inversionistas vendieron sus acciones y AIG estuvo al borde de la quiebra. El gobierno de Bush, que se negó a salvar a Lehman, dos días después dio US$85 mil millones para rescatar a AIG. Pero el ataque continuó; los especuladores atacaron los bancos restantes con la creencia de que “los siguientes caerían como fichas de dominó”. Pero no fueron las estrafalarias hipotecas ni los codiciosos banqueros quienes causaron la agonía del sistema financiero de EE.UU., sino las patadas de ahogado de una filosofía que creía que los mercados vencerían al sector público. Se aprobaron enormes paquetes de rescate bancario en todo el mundo. El gobierno de Bush, escarmentado, apoyó un Programa de Auxilio para los Activos Financieros de US$700 mil millones, una espectacular intervención económica del gobierno.

La economía del Capitalismo 4.0

Para aplicar el Capitalismo 4.0, las economías nacionales deben aceptar tres conceptos importantes: 1) Las economías de mercado siempre son cambiantes; 2) la relación entre lo público y lo privado debe ser “simbiótica, no mutuamente exclusiva” y 3) las acciones de la gente y los mercados son intrínsecamente imprevisibles. Hoy en día, “la Economía del Conocimiento Imperfecto” (que evita que las teorías de mercado racionales y eficientes se enfoquen matemáticamente en la incertidumbre del comportamiento humano) llega a conclusiones más reales que sus predecesores más formularios. El Capitalismo 4.0 marca el inicio de “una economía mixta adaptiva” – adaptiva, porque alterará flexiblemente sus estructuras, reglas e ideas para responder al cambio; mixta, porque unirá los intereses estatales y privados para permitir que coexistan mercados libres y controlados. Es decir, el gobierno ejercerá un mayor control sobre la industria financiera, ya que los resultados de la banca son inherentemente inciertos y requieren supervisión. De manera similar, las sociedades no pueden tomar decisiones sobre independencia energética y cambios climáticos, por ejemplo, únicamente en términos de mercado. Los críticos de la influencia gubernamental sostienen que:

  • El gasto gubernamental es una carga para las generaciones futuras – No lo es. Si el capitalismo funciona como de costumbre, éstas tendrán los recursos y el tiempo de resolver problemas de deuda.
  • El estímulo no crea empleos – Sí los crea, debido a la capacidad y mano de obra no utilizadas.
  • Estados Unidos irá a la quiebra – No puede; representa la combinación de trabajo y riqueza de sus ciudadanos.
“Las cuatro palabras incluso más costosas y tontas que ‘esta vez es distinto’ son ‘todo es siempre igual’”.

La economía ya ha salido de la recesión; las únicas variables que aún podrían detener la recuperación son el incremento en las tasas de interés (poco probable mientras haya una “brecha”, o sea, una diferencia entre la actividad económica real y potencial), la inflación (remota en un futuro previsible) y la caída libre del dólar estadounidense (no, mientras sea la moneda de reserva mundial). El futuro siempre será incognoscible, pero el capitalismo, como la gente, podrá adaptarse a cualquier cambio.

Sobre el autor

Anatole Kaletsky, experimentado periodista financiero, es editor general en The Times (de Londres) y ha escrito en The Economist y en el Financial Times.