La riqueza de las naciones

Libro La riqueza de las naciones

Bantam,
Primera Edición:1776
También disponible en: Inglés


Reseña

BooksInShort cree que ningún economista serio puede prescindir de esta exhaustiva obra originalmente publicada en cinco volúmenes conocida como Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Este clásico marca un hito pragmático y accesible en la historia de la economía. Su autor, Adam Smith, está incluido en todos los libros de texto de economía. Sin embargo, las teorías de Smith, que hoy día se mencionan por fragmentos frecuentemente incorrectos, revelan todo su poder innovador socioeconómico sólo en contexto. Smith surgió en un momento en el que los Estados nacionales absolutistas monopolizaban las reservas mundiales de metales preciosos y trataban de incrementar su propia riqueza mediante rigurosas normas de exportación. Estos Estados estaban motivados por un concepto totalmente nuevo de riqueza nacional: Que ésta provenía de la mano de obra de los habitantes del país, no del oro. Con base en esa idea, los mercados económicos deben autorregularse como si estuvieran guiados por una “mano invisible”, impulsados por el interés personal de cada individuo. El Estado debe proveer sólo una estructura ordenada y bienes y servicios públicos específicos. Aunque la imagen de Smith de una armonía económica y social idealizada puede haberse resquebrajado un poco a lo largo del tiempo, sus ideas han inspirado a muchos economistas de renombre en los últimos 250 años.

Ideas fundamentales

  • En 1776, Adam Smith sentó las bases de la economía clásica con su Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones.
  • Criticó la intervención económica del mercantilismo y rechazó las tareas de protección y otras medidas que obstaculizan el libre comercio.
  • El mercantilismo protege a los productores, pero discrimina a los consumidores.
  • Smith decía que la producción eficiente de bienes requiere división del trabajo.
  • Pensaba que para el intercambio de bienes se requiere del deseo público de comerciar y un mercado.
  • Mientras más grande sea el mercado, mejor funcionará el intercambio de bienes. El acuerdo entre proveedores y clientes crea el precio de mercado.
  • El uso de una divisa duradera y aceptada como medio de intercambio reduce los costos de transacción.
  • El valor real de un producto básico es la mano de obra que representa; este precio real no fluctúa, mientras que el precio nominal está sujeto a cambio.
  • Mientras más libremente pueda actuar la gente respecto a la economía, más productiva será.
  • El gobierno no debe interferir en los sucesos económicos, sólo debe proveer defensa, legislación e instituciones públicas específicas.
 

Resumen

El progreso a través de la división del trabajo

La división del trabajo ha mejorado la productividad de manera considerable. En vez de que un trabajador individual fabrique un producto de principio a fin, ahora la producción se puede dividir en pasos individuales. Por ejemplo, fabricar un alfiler requiere 18 pasos distintos. Un trabajador no capacitado podría producir sólo unos cuantos alfileres al día; pero, si 18 trabajadores hacen una parte cada uno, pueden producir varios miles de alfileres antes del fin de la jornada. De hecho, la división del trabajo es uno de los mayores logros de la sociedad progresista. Se creó porque la gente es naturalmente propensa a intercambiar bienes. Cada individuo tiene distintos talentos y, con la ayuda de la economía comercial, la gente se puede especializar: El panadero hace pan, el carnicero provee carne, etc.

El mercado y la invención del dinero

Para que el trueque funcione, los proveedores y losconsumidores deben tener un mercado en el que coincidan. El tamaño del mercado tiene influencia directa en la escala de la división del trabajo: Si el mercado es muy pequeño, la especialización no funciona. En una pequeña aldea, por ejemplo, nadie necesita un maletero, pero en las grandes ciudades sí. Donde hay vías fluviales, las carretas son innecesarias, ya que los barcos transportan bienes más rápida y eficazmente, lo que impulsa el intercambio. Pero un mejor transporte crea problemas a los comerciantes: ¿Qué hacen si no encuentran socios con quienes comerciar, alguien que se interese en sus productos? La invención del dinero como medio de intercambio solucionó ese dilema. Al principio, la moneda fue en especie o bienes naturales (por ejemplo, ganado o sal), pero a la larga la gente empezó a usar metales preciosos, que no perdían valor. Para evitar el fraude, los Estados calibraban y grababan oficialmente los metales preciosos, lo que dio lugar a la moneda acuñada.

Precio natural y precio de mercado

Sin embargo, el verdadero valor de un producto básico se expresa en términos de lo que cuesta producirlo, no en términos de dinero. El valor de cada producto básico es igual a la mano de obra necesaria para crearlo. Por ejemplo, si matar a un castor requiere el doble de esfuerzo que matar a un ciervo, un castor vale dos ciervos. El valor real es el trabajo expresado por la tasa de cambio. Si se calcula de esta manera, el valor de un producto básico no fluctúa, ya que siempre conlleva la misma cantidad de trabajo. El trabajo es el precio real de un producto básico. Sin embargo, el precio nominal sí puede fluctuar. Dependiendo de la riqueza o pobreza de una sociedad, los productos básicos generan precios típicos – o naturales – que aproximadamente corresponden a su costo laboral.

Oferta y demanda

Generalmente, el vendedor de un producto básico quiere tener utilidades. Si el vendedor no logra tenerlas, debe vender sus bienes al llamado precio de compra: El monto que pagó por ellos. Obviamente, sufre por las utilidades perdidas y el agravante de saber que podría haber invertido su dinero en bienes distintos. El precio de mercado es el precio que puede realmente obtener un vendedor y depende de la relación entre la oferta y la demanda. Si hay mucha oferta, los precios caen. Por el contrario, los precios suben si hay escasez. Si la oferta y la demanda están en equilibrio, probablemente se venda el producto a su precio natural. Si un proveedor logra tener un monopolio, puede bajar artificialmente la oferta de un producto y así venderlo al precio más alto.

La remuneración de la mano de obra

Antes de que la tierra fuera propiedad privada y la gente rica acumulara grandes cantidades de capital, todas las ganancias del trabajo de un hombre le pertenecían. Pero, hoy día, quienes usan la propiedad deben dar a cambio parte de las ganancias de su trabajo. Esto también se aplica a aquéllos empleados por otros: El empresario siempre retiene parte de las ganancias del trabajo de sus empleados. Es claro que los empleadores y los empleados pueden acordar el monto de la remuneración, aunque nunca debe estar por debajo del nivel de subsistencia. El mercado laboral existe a la par del mercado de productos básicos. Si aumenta la demanda laboral, los proveedores ofrecerán más para contratar la mejor mano de obra.

Composición y uso del capital

Antes de la división del trabajo, nadie necesitaba capital ni acumular provisiones. Cuando la gente tenía hambre, cazaba; cuando necesitaba vestido, usaba pieles de animales. Pero en cuanto se dio la división del trabajo, la gente debió almacenar artículos de primera necesidad, como materias primas para su trabajo, alimento y vestido para sus familias. Una vez que se empiezan a almacenar bienes, algunas personas acumularán más de lo que necesitan y tratarán de vender el excedente para generar ingresos, lo que se convierte en su capital. Los bienes producidos y vendidos se denominan “capital circulante”. Las máquinas, las herramientas o las propiedades se denominan “capital fijo” o “activos de capital”. A excepción de la parte de la riqueza de un país que se usa de inmediato y no produce utilidades, las definiciones que se aplican al capital individual también se aplican al capital nacional. Los activos de capital de un país incluyen su maquinaria, negocios, propiedades e incluso las habilidades de sus ciudadanos. El capital circulante del país está compuesto por todo el dinero en circulación, sus reservas de provisiones y sus bienes. Es más fácil para un país producir y mantener su capital como papel moneda que como monedas de oro y plata. El papel moneda es igual de eficiente, conveniente y seguro, siempre y cuando su poder de compra se mantenga estable.

La desaparición de la agricultura

Un orden natural controla el uso del capital. Las personas que se ganan la vida con su trabajo en el campo deben invertir la mayor parte de su riqueza en agricultura. Así, el comercio, incluso el internacional, pasaría a segundo plano para ellas. Pero este orden cambió cuando se establecieron los Estados europeos modernos. En ese momento, el comercio internacional fue un estímulo que llevó a grandes mejoras en la agricultura. Sin embargo, después de la caída del Imperio romano, las ocupaciones de labranza y crianza de animales empezaron a decaer en Europa. El hampa que destruyó el imperio también destruyó el fértil comercio entre las ciudades y la población rural. Como consecuencia, las ciudades se debilitaron y los agricultores abandonaron el campo.

Libertad y posesión

Europa occidental cayó víctima de la pobreza y algunos grandes terratenientes tomaron posesión del campo en barbecho. La tierra dejó de ser un medio que garantizaba el sustento de un individuo y se convirtió en símbolo del poder y el proteccionismo del propietario. Los agricultores de esa tierra se subordinaron a sus señores feudales, los terratenientes, de muchas formas: Éstos eran dueños de la tierra, las semillas y los animales. Básicamente, los agricultores no eran más que esclavos y trabajaban como esclavos. La gente sólo se esfuerza por tener una gran cosecha si va a disfrutar los frutos de su trabajo. Cualquier grado adicional de libertad que se le otorgue a un agricultor conduce a una mayor productividad, una mejor cosecha y, en breve, más riqueza.

El surgimiento de las ciudades

Los habitantes de la ciudad obtuvieron libertad e independencia mucho antes que la población rural. Sus protectores otorgaban privilegios a artesanos y comerciantes urbanos mediante la exención de peaje en puentes y pasos, del impuesto de capitación y otras cuotas. También eran “libres” en otro aspecto: Podían elegir el concejo municipal, unirse en comunidades y decidir por sí mismos quién heredaría sus bienes muebles. Los ciudadanos podían erigir bardas y construir defensas, mientras que los agricultores carecían de protección y, por tanto, estaban a merced de cualquier ataque. Aun así, el surgimiento de las ciudades también benefició a la población rural, ya que éstas ofrecían mercados adecuados para los bienes agrícolas. Los habitantes de las ciudades compraban campos en barbecho y los cultivaban.

Las deficiencias del sistema mercantil

El sistema económico mercantil incluye dos puntos de vista fundamentalmente deficientes. Sin embargo, varios países se apegan a él ciegamente. Primero, una nación se considera rica si posee grandes cantidades de oro y plata. Por eso muchos países tienen como meta acumular enormes cantidades de metales preciosos. Para retener la riqueza de la nación, las personas tenían estrictamente prohibido exportarlos o, por lo menos, había altos impuestos que restringían esas exportaciones. Afortunadamente, los comerciantes lograron que el gobierno británico entendiera que, aunque al principio tuvieran que pagar los bienes con oro, revenderlos a otros países traería aún más oro de regreso a Inglaterra. Como consecuencia, Inglaterra retiró la prohibición. La segunda deficiencia implicaba mantener un balance comercial positivo. Por ejemplo, los británicos trabajaban consistentemente para exportar más de lo que importaban. Para lograrlo, ahí y en cualquier lugar, no se permitía a los comerciantes importar bienes que se podían producir en su propio país ni traer bienes de países que tuvieran un balance comercial negativo con su propio país. Al mismo tiempo, los Estados encontraron varias maneras de fomentar la exportación:

  • Otorgaron reembolsos a los exportadores cuyos bienes estaban originalmente sujetos a derechos gubernamentales.
  • Ofrecieron subsidios a algunos oficios.
  • Los acuerdos comerciales estatales otorgaron privilegios a los artículos nacionales.
  • Los Estados fundaron colonias donde sus comerciantes podían tener monopolios.
“La división del trabajo necesariamente incrementa la destreza del trabajador, ya que reduce el trabajo de los hombres a una simple operación y hace que esa operación sea el único empleo de su vida”.

Todo ese sistema mercantil es un engaño muy peligroso. Beneficia únicamente a los productores y comerciantes, pero descuida a los consumidores. Al final, los consumidores se beneficiarían si los bienes locales compitieran con los productos importados.

Las tareas del Estado

Los intentos del Estado por impulsar o restringir su economía en varios sectores son perjudiciales, ya que en vez de promover el progreso, lo coartan. La meta del Estado debe ser el libre desarrollo de todos los participantes del mercado. Mientras estos participantes cumplan con las leyes y normas, deben estar sujetos sólo al libre juego de las fuerzas del mercado. Obviamente el Estado tiene tareas específicas que los individuos privados no podrían cumplir:

  • Defensa nacional – La primera obligación del Estado es proteger a sus ciudadanos de agresiones hostiles. Por eso debe tener ejército o, por lo menos, milicia.
  • Justicia – Para que impere la ley y prevenir la violencia entre ciudadanos, el Estado debe tener tribunales, una administración judicial y policía.
  • Instituciones públicas – El Estado debe hacerse cargo de todas las instituciones en las que los individuos particulares no pueden esperar obtener utilidades. Éstas incluyen escuelas y universidades, iglesias, calles, puentes y canales.
“Los individuos de cada Estado deben contribuir lo más posible a apoyar al gobierno, en proporción a sus respectivas capacidades”.

El Estado depende del ingreso de impuestos para cumplir con estas tareas. Los impuestos sobre pensiones, utilidades y salarios son permisibles. El mayor principio tributario es que los impuestos deben evaluarse con base en una tasa predeterminada y lógica de los medios de los ciudadanos. El Estado sólo puede gravar la parte del ingreso de una persona ganada bajo la protección del soberano.

Sobre el autor

Adam Smith nació el 5 de junio de 1723 en Kirkcaldy, Escocia. Aprendió filosofía moral de Francis Hutcheson, cuyas enseñanzas combinan las ideas de los filósofos John Locke y David Hume. Después de estudiar en Oxford y Glasgow y de impartir clases, fue designado profesor de lógica en la Universidad de Glasgow en 1751 y, un año más tarde, profesor de filosofía moral. En esa época, estuvo en contacto cercano con David Hume, cuyas ideas éticas y económicas lo influyeron considerablemente. En 1763, Smith partió en un viaje de dos años por Francia y Suiza, como maestro privado de un joven duque. De sus encuentros con los fisiócratas franceses Turgot y Quesnay, Smith generó la idea de su obra principal, La riqueza de las naciones, que publicó en 1776. Murió en Edimburgo el 17 de julio de 1790. Poco antes de su muerte, ordenó a sus amigos destruir todos sus escritos inconclusos.